En su nuevo álbum, Sandra Kolstad se ha nominado a sí misma para ocupar el trono del pop noruego actual. Desde luego, razones no le faltan, y menos con avales como San Silva, un trabajo que seguramente dará mucho que hablar en los próximos meses.
Qué: Disco (Fanfare)
Uno de los aspectos más interesantes del nuevo trabajo de Sandra Kolstad nace de su estancia en Buenos Aires el pasado año, para participar en el festival Días Nórdicos que pasó también por Brasil, Uruguay y Perú. De estas incursiones, la noruega se contagió de inspiración para confeccionar su nuevo trabajo: un dechado de constantes de lo que hoy en día se conoce como «pop total».
Efectivamente, las costuras de cada una de las diez canciones que conforman San Silva están hiladas desde diferentes puntos de vista electrónicos: de las constantes jazzys en el single Hurricane a las formas trip-hop –y tan reminiscentes a la primera época de Portishead– en la subyugante Dance On. Ambas muestras son el perfecto ejemplo de un álbum que va a hacer que la nueva diva del pop escandinavo sea tomada mucho más en serio de lo que uno podía imaginarse en sus anteriores discos.
Ya no se trata de simples construcciones synth de canciones de amor. Ahora Sandra se ha enfundado el casco de espeleóloga y se ha adentrado hasta novedosas islas sonoras, ambición muy pertinente ante la nueva temática predominante en su ideario central: un viaje a través de tiempos que invitan a una oscuridad en la que ella nos da la mano y guía mediante un surtido sonoro de background dubstep y formas rotundamente pop. El balance entre conciencia atmosférica y punch melódico encuentra su punto de rotación desde una voz prodigiosamente lírica, que aún está por ofrecernos mayores alegrías en el futuro.