Islandia – Smekkleysa/Bad Taste, 2003
En las casi siempre amables y más que reposadas aguas del rock islandés, la revolución hardcore fue corta pero muy sorprendente y, sobre todo, definitivamente ruidosa. Mínus fue, sin duda, el exponente más gravitante de la efímera escena: su poderío se basó tanto en una actitud demoledora al servicio de verdaderos himnos de guerra como en la música en sí misma, donde la melodía era tan importante como la velocidad y su encantadora idea del salvajismo. Su discografía es muy pareja, aunque Halldór Laxness (cuyo nombre es un tributo al Premio Nobel de Literatura nacional) brilla con luz propia.
Este texto es parte del informe 120 discos nórdicos indispensables.