Mejor acompañada que nunca, Lykke Li se empapa en So Sad So Sexy de las tendencias dominantes del planeta pop actual para imponerse como un referente. La estrella sueca está de regreso con una preciosa decena de cortes en los que afloran los sentimientos.
Qué: Disco (Sony Music)
Con un pie en la cadencia slow motion del trap y otro en su gusto por las bondades epidérmicas del mejor neo-soul, podría decirse que la sueca Lykke Li se ha lanzado de lleno al océano mainstream. Y para ello no ha reparado en solicitar compañeros de abordo acostumbrados a la producción de gigantes como Frank Ocean o Lorde.
Así, se hace evidente la mano de Malay en la solemnidad rítmica aplicada en todo momento, a la que también aportan su granito de arena habituales de los discos de Kanye West y Rihanna, como Jeff Bhasker, o el mismísimo tótem de la música dance de hoy en día, Skrillex. Eso además de la participación de Ilsey Juber, que ya ha colaborado con mega estrellas como Beyoncé o Drake.
Bajo semejante nómina de invitados y tras cuatro años de espera llega el sexto álbum de la dama sueca, tapizado bajo una pátina de actualidad absorbente. Tal es el caso del tempo hipnótico zurcido en Last Piece, donde el retumbar sinte resulta absolutamente embriagador, algo que también se puede palpar en el imaginativo rizoma percutivo vertebrado en Jaguars In The Air.
En todo momento, el oyente es partícipe de una resurrección total para la que singles como Deep End y Hard Rain no son más que la punta de un iceberg detalladamente perfilado en una decena de cortes donde afloran los sentimientos en bailes solitarios y exuberantes escenas de rímel corrido en la discoteca.