Destila tranquilidad y paz. Habla despacio, siempre con una sonrisa y una melodía propia, como si su musicalidad traspasara el escenario y fuera una prolongación de sí mismo. Thomas Dybdahl pisó España recientemente para actuar en el festival Días Nórdicos y ahora lo hará en Buenos Aires y São Paulo, en la versión latinoamericana del mismo evento.
Tu último disco se llama What’s Left Is Forever. ¿Qué es eso que has dejado para siempre en tu vida?
Ufff… (risas). Es un álbum sobre darte cuenta de que tienes que elegir el tipo de cosas que quieres tener en tu vida. Parece que el tiempo se va haciendo más valioso cuando tienes hijos y ya no te queda tiempo para elegir. Trata sobre esperar que tus elecciones hayan sido las correctas, porque lo que sea que hayas dejado en tu vida va a estar ahí por mucho tiempo. Es algo ingenuo, creo.
Cuando hablas de ello parece algo muy serio, pero cuando escuchas el álbum es muy optimista. Más que los anteriores…
Sí, estoy cada vez menos serio y eso es bueno, creo. Estoy intentando dejar el negativismo a un lado y estar cada vez más abierto a las cosas buenas. El pesimismo estaba sobrevalorado (risas).
Es muy autobiográfico, ¿no?
Absolutamente. Siempre solía decir que mis canciones eran simplemente sobre historias que intentaba seguir de la mejor manera posible. Pero éste, es cierto que es más autobiográfico. Sinceramente no sé por qué, me ha salido así. Antes de empezar a escribir intento tener unos seis meses para alimentar mi cabeza, escuchar música, leer libros y todo tipo de cosas que creo que me pueden inspirar para escribir. Cuando empecé a escribir salió esto… no fue deliberado.
«Soy un cantautor muy ecléctico. Robo mi inspiración de muchos sitios (risas)»
¿Cómo fue trabajar con un productor como Larry Klein?
Fantástico en todos los sentidos. Es alguien que te enseña muchísimo, que tiene muy claro por qué hace lo que hace, las elecciones respecto a las letras y a los arreglos o los instrumentos. Te explica el impacto que va a tener en el modo, en como la gente va a experimentar tu música. Y luego tiene mucha paciencia. Siempre que yo entraba en pánico, y lo hice muchas veces cuando las cosas no salían como yo quería, él me tranquilizaba. «Tenemos los mejores músicos, el mejor estudio y grandes canciones. Ocurrirá, tranquilo», me decía.
Easy Tiger la has escrito para tu hijo…
Ufff… sí. Quería hacerlo porque si él quiere mi consejo algún día basado en mi experiencia, y yo no estoy aquí para dárselo, tendrá esa canción. Tiene siete años y en realidad la escribí más por mí que por él. Quería poner estos pensamientos en el papel para que no se me escaparan. Porque hay momentos en los que tienes las ideas claras y otros en que no y casi siempre es ahí cuando te preguntan algo [risas]. Así que quise escribirla ahora, para tenerla cuando él lo necesite.
Folk, jazz, blues… ¿Dónde te incluimos?
No lo sé… Soy un cantautor muy ecléctico. Robo mi inspiración de muchos sitios (risas). No estoy totalmente de acuerdo con la versión purista de que un cantautor tiene que sobrevivir sólo con su voz y su guitarra. Esa no era la manera como quería hacer el disco. Lo que me pedía el cuerpo era que fuera creativo, que le metiera muchos arreglos para que fuera lo más interesante posible.
Te comparan todo el rato con Nick Drake, Jeff Buckley o Ray LaMontagne… ¿Ya te aburren estas comparaciones?
No. Las entiendo, porque es una manera de situar lo que hago para quien lo escucha. Algún día compararan a algún cantautor conmigo porque ya seré lo suficientemente conocido para ello (muchas risas).
¿Te sorprende que exista Días Nórdicos, un festival dedicado a la cultura nórdica en Españay América Latina?
Un poco, pero es cierto que hay una fascinación por esta especie de melancolía nórdica, algo que le atrae a la gente… no entiendo muy bien por qué, pero es así (risas).
La fascinación es también por vuestro desarrollo, vuestra organización política y social… especialmente ahora que llevamos en crisis tantos años…
Bueno, pero eso se explica fácilmente: nadamos en petróleo. Y eso nos hace ricos. Y es mucho más fácil que las cosas funcionen y que la sociedad esté contenta cuando eres rico. No digo que sea la única razón, estoy muy orgulloso de nuestro modelo social y democrático porque funcionan muy bien, pero no sé si seguiría siendo así si de repente entráramos en crisis. En realidad tan sólo somos unos tipos con suerte.
¿Qué sensación te llevas de España?
¡Me encanta! Hay tantas cosas que te enamoran: la naturaleza, el clima, la costa… La gente es muy cercana, la comida y el vino son fantásticos, ayer había 25 grados a las nueve de la noche… ¿qué más se puede pedir?
What’s Left Is Forever está editado por Universal.