Es un torbellino de emociones, como su música: expresiva, apasionada, directa y sin pelos en la lengua. La danesa Jenny Rossander (aka Lydmor) presentó su música al público español en el festival Días Nórdicos y antes de subirse al escenario se sentó unos minutos con ZdeO para compartir pensamientos y sensaciones.
Es tu primera vez en España, ¿cuál es tu impresión?
Estoy asombrada con la arquitectura. ¡Me encanta! Estábamos yendo en coche por la ciudad con la radio puesta y yo estaba mirando el sol y los edificios y ¡estaba feliz!¿Qué esperas de tu presentación en Días Nórdicos?
¡No tengo ni idea! Cuando estaba viniendo, pensaba que podrían ser diez personas en un pequeño bar o diez mil… y ahora que ya estoy aquí, me dicen que va a haber mucha gente [Nota: la sala estaba completa, con su aforo máximo permitido de 950 personas] y empiezo a estar muy animada. Me encanta el reto de actuar delante de una audiencia que no me conoce. Tienes que ligártelos, cogerles y decirles «¡Oye, que yo estoy aquí arriba y esto te va a encantar!». Me flipa esta sensación.¿Con qué se va a encontrar el público?
Con un concierto muy emocional, una tormenta de ritmos y sintetizadores. Creo que lo que hago se podría denominar como electrónica emocional o algo así.
¿Qué piensas el exacto minuto antes de subirte al escenario?
En nada. Mi cabeza se pone en blanco y me vuelvo totalmente zen. Soy súper emocional cuando actúo, me preparo para sentir muchas cosas y para conectar con la gente. Es como si me fuera poniendo cada vez más nerviosa, y nerviosa y nerviosa, hasta que, a cinco minutos del show, se me baja todo y vacío mi mente.
«En vivo tengo que estar sola, porque si tienes a una banda cuentas con una red de seguridad y eso no me gusta»
¿Cómo llegó la música a tu vida?
Yo tocaba el clarinete desde pequeña y empecé a cantar a los quince años. Me meti en clase de teoría de la música porque me gustaba un chico. Y un día estaba escuchando a la profesora decir que cuando haces música, juntas unos acordes, haces la melodía… y pensé «¿Sólo eso? Eso puedo hacerlo yo». Así que me fui a casa, me senté delante del piano (que también tocaba por aquel entonces) y escribí mi primera canción. Fue amor a primera vista. Una manera de sacar fuera todo lo que llevaba dentro. Compré equipos para grabar y descubrí que podría conseguir ritmos y hacer todo tipo de sonidos, así que pasé los dos años siguientes encerrada en mi habitación, mezclando sonidos y componiendo. Después de un tiempo, un amigo envió una de mis canciones a la radio en Dinamarca y empezaron a ponerla. La gente me pedía que tocase en vivo y yo no tenía ni idea de cómo hacerlo, así que en los primeros conciertos me llevaba un ordenador, un ratón y un teclado e iba haciendo todo sobre la marcha.
¿Te gusta tener el control de todo, verdad?
Depende. Trabajo con un productor porque no soy buena expresando emociones sola, necesito alguien a quien contárselas, así que trabajamos juntos para los discos. Pero en vivo es distinto, tengo que estar sola, porque si tienes a una banda cuentas con una red de seguridad y eso no me gusta. Tocar en vivo tiene que ser violento, extremo… Y eso sólo pasa si estoy sola.
Tienes una posición muy marcada sobre el papel de las mujeres en la música y está muy lejos de la idea que muchas veces prevalece de que es más complicado triunfar.
Eso es una mierda. Somos fuertes y no es difícil ser mujer en el mundo de la música. Está claro que hay más hombres que mujeres en esto y esa es una discusión antropológica que nos podría llevar horas. Pero nunca me ha pasado que alguien me dijera «Tu música no está mal para ser chica…». Me enfada muchísimo cuando me preguntan si los festivales deberían programar un 50% de mujeres en sus carteles. ¿Qué me inviten para rellenar cupo? ¿Perdón? No quiero que nadie me haga favores, no los necesitamos.
El hecho de no ser un artista mainstream te parece más bien una ventaja, ¿no?
Así es. La gente no es estúpida. Todo el mundo tiene la manía de subestimar la inteligencia del público y pensar que no van a entender determinado tipo de música y eso no es cierto. Yo he tocado en pueblitos de Dinamarca donde apostarías que a la gente sólo le iba a interesar los covers de Michael Jackson y luego ha sido bien distinto. Si le das música inteligente a la gente, la va a escuchar y la va a vivir.
Con tan sólo veinticuatro años, ¿qué sueño te queda por cumplir?
[risas] Pues la verdad es que me siento como si estuviera viviendo un sueño. El último año fue una locura pero siento que, después de mucho trabajo, finalmente está pasando. Estoy tocando mi música, viajando… y no pido nada más.