Finlandia – Sonet, 1992
En la superficie, la música de 22 Pistepirkko ha estado siempre vinculada al punk rock más crudo. No es de extrañar, ya que este potente trío es uno de los mejores exponentes del movimiento punk y new wave surgido a finales de los años 70. Sin embargo, hilando más fino es imposible no advertir que lo que hizo 22 Pistepirkko fue tomar la libertad artística propia del punk, pero para utilizarla a su manera. Nadie puede decir que su compromiso tiene fecha de caducidad: sus miembros están en la ruta desde hace más de treinta años. A mediados de los 80 se reinventaron a sí mismos como los reyes del rock de garage y el «do it yourself» blues. Unos años después, su cuarto álbum, el excelente Big Lupu, convirtió al grupo en el centro de su propio universo.
Este texto es parte del informe 120 discos nórdicos indispensables.